viernes, 31 de julio de 2015

Carta de Henry Miller a Anaïs Nin

Carta  de Henry Miller a Anaïs Nin

Quiero decir que no puedo ser absolutamente leal, no está dentro de lo que soy capaz. Me gustan las mujeres, o la vida, demasiado… No sé cual de las dos cosas. Pero ríe, Anaïs. Me encantaría oírte reír. Eres la única mujer que tiene un sentido de la alegría, una sabia tolerancia; no, es más, parece que me instas a que te traicione. Por eso te amo. Y ¿qué es lo que te lleva a hacer eso, el amor? Es hermoso amar y ser libre al mismo tiempo.
No sé lo que espero de ti, pero es algo parecido a un milagro. Te voy a exigir todo, hasta lo imposible, porque me animas a ello. Eres realmente fuerte. Me gusta incluso tu engaño, tu traición. Me parece aristocrático (¿suena inapropiada la palabra aristocrático en mi boca?).
Sí, Anaïs, pensaba en como traicionarte, pero no puedo. Te deseo. Quiero desnudarte, vulgarizarte un poco… no sé, ay, lo que me digo. Estoy un poco bebido porque tú no te encuentras aquí. Me gustaría dar una palmada y Voilà, ¡Anaïs! Quiero que seas mía, usarte, follarte, enseñarte cosas. No, no siento aprecio por ti, ¡no lo permita Dios! Tal vez quiera hasta humillarte un poco, ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué no me arrodillo ante ti y te adoro? No puedo, te amo alegremente ¿Te gusta eso? Y querida Anaïs, soy tantas cosas. Ves solamente las cosas buenas ahora, o al menos eso es lo que me haces creer. Quiero tenerte al menos un día entero conmigo. Quiero ir a sitios contigo, poseerte. No sabes lo insaciable que soy, ni lo miserable, además de egoísta.
Me he portado bien contigo. Pero te advierto, no soy ningún ángel. Pienso principalmente que estoy un poco borracho. Me voy a la cama; resulta demasiado doloroso permanecer despierto. Soy insaciable. Te pediré que hagas lo imposible. No sé lo que es. Probablemente tú me lo dirás. Eres más rápida que yo. Me encanta tu coño, Anaïs, me vuelve loco. Y tu manera de pronunciar mi nombre. ¡Dios mío, parece irreal! Escucha, estoy muy ebrio. No soporto estar aquí solo. Te necesito. ¿Puedo pedírtelo todo? Puedo ¿Verdad? Ven enseguida y fóllame. Descarga conmigo. Rodéame con las piernas. Caliéntame...





jueves, 30 de julio de 2015

Fragmento de “Sexus” de Henry Miller

Fragmento de “Sexus” de Henry Miller


Entonces confesó algo que era –bien lo sabía yo- una puñetera mentira, pero aun así, interesante. Una de esas “deformaciones” o “trasposiciones” propias de los sueños. Sí, cosa bastante curiosa, las otras chicas, verdad, sintieron lástima de ella… lástima de haberla metido en aquél fregado. Sabían que no estaba acostumbrada a acostarse con todo quisqui. Así, que pararon el coche y cambiaron de asiento para que se sentara delante, con el tipo peludo, que hasta entonces había parecido decente y tranquilo. Ellas se sentaron detrás en las rodillas de aquellos hombres, con las faldas alzadas, mirando hacia delante y, mientras fumaban sus cigarrillos y reían y bebían, les dejaba ponerse las botas.
“¿Y qué hizo el otro tipo, mientras sucedía eso?”, me sentí obligado a preguntar al final.
“No hizo nada”, dijo. “Le dejé que me cogiera la mano y le hablé lo más rápido que pude para quitárselo de la cabeza.”
“Venga, hombre”, dije, “déjate de cuentos. A ver, ¿qué hizo? ¡Cuenta!¡Cuenta!”
Bueno, el caso es que le tuvo cogida la mano mucho tiempo, lo creáis o no. Además, ¿qué podía hacer? ¿Es que no iba conduciendo el coche?
“¿Quieres decir que en ningún momento se le ocurrió parar el coche?”
Claro que sí. Lo intentó varias veces, pero ella lo convenció para que no lo hiciese… Ése era el rollo. Estaba pensando desesperadamente cómo pasar a la verdad.
“¿Y al cabo de un rato?”, dije, para allanar el terreno.
“Pues, de repente, me soltó la mano…” Hizo una pausa.
“¡Sigue!”


miércoles, 29 de julio de 2015

Amo a la mujer, no caben dudas

Amo a la mujer, no caben dudas

Amo a la mujer, no caben dudas.
Su gesto de inocencia permanente
y la tibia redondez que habita su cintura.
Amo a la mujer que me precede
y su origen oscuro
que acentúa
mi búsqueda inconsciente
de la esperma.
Amo a la mujer,
que quede claro
el ritmo inteligente de sus dudas
y esa forma de llevar su contextura...
Amo a Victoria Brill,
poeta y guerrillera
y a las burguesas
que no conocen su nombre
de bandera...
Amo a la mujer
que al sur del cielo
espera y avanza
indetenible.
Amo a la mujer
en la certeza
de que la libertad en este continente
estallará en el simple
girar de su pollera”.

Reynaldo Sietecase



martes, 28 de julio de 2015

La Patria .... Julia Prilutzky Farny

La Patria .... Julia Prilutzky Farny


Se nace en cualquier parte. Es el misterio,
- es el primer misterio inapelable -
pero se ama una tierra como propia
y se quiere volver a sus entrañas.


Allí donde partir es imposible,
donde permanecer es necesario,
donde el barro es más fuerte que el deseo
de seguir caminando,
donde las manos caen bruscamente
y estar arrodillado es el descanso,
donde se mira el cielo con soberbia
desesperada y áspera,
donde nunca se está del todo solo,
donde cualquier umbral es la morada.


Donde se quiere arar. Y dar un hijo.
Y se quiere morir, está la patria.





domingo, 26 de julio de 2015

32

32

No estoy triste. Apenas si es la tarde
y vuelvo a estar contigo, soledad:
eres la cosa cierta,
que no deja de estar.
La ausencia del amor ya no es el llanto:
apenas la sonrisa. Nada más.
Sobre las horas quietas
mi cansancio se arrastra sin cesar.
Después vendrá la noche
y a mi costado fiel se tenderá.
Mi cabeza reposa para siempre
sobre tu pecho tibio, soledad.
Era el amor, tal vez. Era el misterio,
era el volver de pronto a mi verdad
pero es más fuerte el miedo:
no quiero que me importe nada, ya,
ni mirarme en relojes como espejos.

Ya no quiero llorar.

Julia Prilutzky Farny